martes, junio 13, 2017

Enseñar Ciudadanía desde el margen.
La violencia en los márgenes como problema pedagógico para la enseñanza de ciudadanía en la escuela secundaria.
Raúl N.Alvarez[1].
“Trabajo preparado para su presentación en el
XII Congreso Nacional y V Congreso Internacional
sobre Democracia, organizado por la Facultad de
 Ciencia Política y Relaciones Internacionales de
 la Universidad Nacional de Rosario. Rosario,
 12 al 15 de septiembre de 2016.”

Resumen: En las nuevas escuelas secundarias insertas en barrios marginales del conurbano bonaerense, los  alumnos han sido socializados en una  violencia ordinaria, cotidiana, encadenada y reticular, de la que son parte activa tanto sus grupos de pares, las familias, los vecinos, los “chorros”, los “transas”, y la policía. En estos contextos los órganos coercitivos del Estado se comportan como un actor más que modula intermitentemente su intervención, favoreciendo a unos u otros negocios ilegales, reproduciendo la violencia reticular del contexto. La violencia aquí no es una desviación privada, o un monopolio legítimo estatal, sino una constante cotidiana, en la que los niños y adolescentes se forman.
 Esta ordinarización de la violencia y su correlativa complicidad policial, plantean un problema para la enseñanza de ciudadanía. El diseño curricular no recepta esta realidad, dado que los contenidos obligatorios dan por supuesto un Estado dotado de legitimidad consensual  para el ejercicio de la coerción, a partir del cual se desarrolla la idea de ciudadanía como activación subjetiva de derechos y deberes frente al Estado.
¿Cómo enseñar ciudadanía, cómo proponer a los alumnos que asuman sus derechos y deberes responsablemente, si  el Estado que los consagra, en la práctica cotidiana de su barrio, vulnera el orden jurídico y político que él mismo estableció? ¿Cómo proponerle a un alumno adolescente que cumpla sus obligaciones en un ámbito donde el propio Estado, a través de la policía, saca provecho del uso de sus facultades legales para obtener beneficios privados  en sociedad con los mismos delincuentes?
En este trabajo se plantea este dilema, sin resolución, enfatizando que esta es la cuestión que afrontan cotidianamente los profesores de ciudadanía de las escuelas marginales del conurbano bonaerense. El currículum está “desplazado” de la realidad. El docente no está formado para abordar estas situaciones. Y la práctica docente, si no encara sincera y abiertamente este nudo problemático, corre el riesgo de reproducir por omisión las relaciones de violencia y segregación que estamos refiriendo.
Finalmente, dado que como docente en ejercicio no puedo esperar a resolver este problema conceptual,  se proponen  algunos criterios didácticos elementales para comenzar a afrontar la práctica escolar.

Introducción.
Este trabajo fue escrito en el verano de 2016. Pocas semanas antes de iniciar una experiencia docente nueva, en una secundaria (ESB 25), ubicada en pleno Barrio Independencia, de José León Suárez, Partido de G.S.Martín , Provincia de Buenos Aires. Es una escuela “complicada”, en el parecer de los docentes de la zona, dado que está ubicada en medio de barriadas pobres, compuestas por villas y asentamientos cercanos al Camino del Buen Ayre. Los espacios curriculares a dictar, sobre los que se centra esta reflexión, son “Política y Ciudadanía” de 5º año y  “Trabajo y Ciudadanía” de 6º año. La primer materia se corresponde con los contenidos tradicionales de la  antes llamada “formación cívica” o “educación democrática”. La última, en cambio, está orientada a formar al estudiante como futuro trabajador, componiéndose de una primera parte de problematización política del mundo del trabajo, de su condición de estudiante y de joven, y de una segunda parte de preparación en “derecho laboral”.
Una característica de la escuela, y de los cursos que la componen, es que  los alumnos tienen, según se me informó “problemas de conducta” y uno de esos cursos es muy numeroso, alcanzando una cifra cercana a los 50 alumnos en el cuarto año que ya terminó.
Al autor de este trabajo le resultan conocidas las características de esta barriada y de esta población, por haberlas contactado en mis  investigaciones anteriores.

La violencia en los márgenes.
Auyero y Berti (2013) explican como el tejido social de los barrios vulnerables o marginales está constituido por el uso de la violencia. Que no es algo raro o extraordinario, sino el modo ordinario, cotidiano y sistemático de desenvolver la vida cotidiana. Esta violencia no solo afecta a los sujetos, sino que en buena medida los forma como tales. Delincuentes, narcos, drogadictos, policías, comerciantes ilegales, punteros políticos y policías forman una densa red de la que ningún poblador del lugar escapa. La violencia es el modo de sobrevivir en la marginalidad social y económica. Funciona de manera encadenada combinando la esfera familiar, la interpersonal, la delincuencial, y la institucional. Una misma persona puede ser, en cada uno de estos ámbitos, sujeto activo o pasivo del ejercicio de la violencia de manera simultánea y  sucesiva.
Particularmente revelador es el análisis que hacen del Estado en los barrios marginales. Este, lejos de ejercer legítimamente el monopolio de la violencia, tampoco está ausente. No puede decirse tampoco que ejerza sin más la condensación de intereses de la clase dominante. Más bien queda implicado en la red de violencia que se reproduce a sí misma. En particular, la policía, tiene una presencia intermitente, discrecional, ilegal y en asociación con ciertos sectores delincuenciales, a cuyos beneficios se encuentra asociada.
Si bien el trabajo citado parte de un estudio de caso, dadas las semejanzas que presenta con la zona que se aborda en esta ponencia, vamos a tomarla por válida, para así poder plantear el nudo problemático que lo motiva.

El dilema práctico: violencia, marginalidad, Estado y Ciudadanía.
Los lineamientos curriculares relativos a la ciudadanía, a  partir de la vigencia de la LEN, dan por supuestos un tipo institucional de Estado y de Ciudadano. Se supone que el Estado ha logrado el monopolio en el ejercicio de la violencia, que la ejerce con una función social ordenadora, en un contexto de relativo consenso en la sociedad. Los individuos, a partir de este consenso y del sufragio participarían en legitimación de esta violencia estatal monopolizada, deviniendo ciudadanos, desde el momento que en que el Estado les reconoce Derechos, que ejercen junto con sus obligaciones sociales. Una visión un poco más dinámica de la ciudadanía postula a su vez que debido a que el Estado representa, o permea intereses de las clases dominantes, la vigencia de estos derechos de ciudadanía no puede limitarse a una simple declaración, sino que existe un proceso constante de lucha social por su efectivización y ampliación. Pero en todos los casos, se da por supuesto que este juego (social, político, económico, comunicacional) de poder, tiene como dispositivo ordenador central un Estado moderno, que concentra el poder de hacer cumplir sus leyes.
Si bien esto no ha sido reconocido prácticamente por la ciencia política, lo cierto es que este esquema de Estado -  Derechos -  Ciudadanía no se verifica en las zonas marginales. No solo en Argentina, sino en todos los países del mundo que relegan a las porciones de población más pobres a zonas marginales (vulnerables, pobres, postergadas, etc.) la lógica de relaciones sociales y políticas, es aquí distinta. Sea porque el mercado no los incluye, porque el Estado no los reconoce, o por lo que fuere, aquí las relaciones de poder siguen criterios “marginales” y no institucionales.
¿Cómo enseñar ciudadanía con el esquema jurídico institucional que prescribe el diseño curricular, en un espacio social donde estos supuestos no se cumplen?
Distintas corrientes proponen diversas orientaciones de didáctica de lo político. Para algunos, se trata de “inculcar la norma” a los sujetos que se han desviado de ella. Es la orientación normativa, que supone que una vez aprendida la norma, el individuo se vuelve ciudadano “normal”.  Pero esto no ocurre realmente. Lo primero que aprende el alumno en la escuela normalista es la hipocresía. Repite los preceptos y valores del docente, y después, como no resultan aplicables en su vida cotidiana,  no los cumple. Con igual criterio, una pedagogía basada en el adoctrinamiento –más vertical y autoritario, más centrado en supuestos “valores”- está igualmente destinada al fracaso, dado que obliga a una repetición mecánica de contenidos que se desvanecen una vez disipada la autoridad que los inculca.

Una estrategia abstracta: construcción político pedagógica alternativa. La impotencia de la teoría.
Ahora bien, una propuesta pedagógica “emancipatoria” o liberadora, basada en el diálogo y en la dialéctica teoría/ práctica, tal como la plantea Paulo Freire (1970:101), también puede ser inadecuada para este contexto social.  La idea marxista de sujeto explotado o dominado que en su condición de subordinación, al dialogar con otro consciente adquiere consciencia de su subalternidad, puede ser aplicable a los sectores sociales integrados de la sociedad capitalista. Por ejemplo, en la educación de la clase obrera, o de los pueblos sometidos a la explotación colonial.
Pero  cuando se trata de la “masa marginal” (Nun, 2009: 115)   cuya ubicación social está “por debajo” y no dentro de la lucha de clases de clases, la conceptualización didáctica del aprendizaje del poder, debería seguir otro camino.
El hijo de una familia de clase obrera, que concurre a la escuela secundaria, puede entender las contradicciones que la alienación  genera, en sus distintas dimensiones, porque lo vivencia cotidianamente en la vida de sus padre y en la suya propia. Pero un niño de una familia marginal, formado en la violencia, sin inserción en el mercado, cuyo contacto con el Estado es indistinguible del mundo de la delincuencia ¿puede tener el mismo horizonte de sentido cuando se lo interpela en términos de “antagonismo social”? Es muy probable que su inquietud sea mucho más elemental, que priorice la supervivencia, el momento presente, y que se expectativa de futuro se limite a lograr ingresar –en cualquier lugar que sea-  a la sociedad de cuyos beneficios está excluido.
El “sujeto pedagógico” de la marginalidad es distinto al del resto de los sectores sociales integrados. Por lo que necesita un andamiaje distinto para avanzar en el aprendizaje del poder.

El vacío en la teoría política.
La marginalidad social en general, es negada por los paradigmas politológicos dominantes. Tanto en su versión elitista, como institucionalista o clasista (Alford y Friedland, 1991: 24), en todos los casos falta una explicación del sentido de las relaciones de poder “desde abajo” de la marginalidad. ¿Cuál sería el horizonte de autorrealización y de autogobierno de este sujeto político ignorado? Si bien existen esfuerzos desde las ciencias sociales por comprender el lugar de la marginalidad dentro de la estructura social (Delfino, 2012: 20). Esta pregunta, más estrictamente política, central para quienes se planteen una perspectiva educativa dialógica emancipatoria que no cosifique la marginalidad, no encuentra respuesta en la teoría política. Menos puede ser respondida por la didáctica de lo político.

Criterios prácticos.
Ante la imposibilidad cierta de contar con una referencia teórica que dé respuesta a este  dilema  ¿cómo afrontar, mientras tanto, la labor docente concreta? Hacia 1999, en plena oleada neoliberal, dando cuenta de este problema Patricia Redondo (1999:32) planteaba que estas escuelas requieren de otro posicionamiento pedagógico del docente. Pero ¿cuál  y cómo sería?
No existe un modo correcto preestablecido de tratar estas cuestiones, de afrontar este desafío. Pero sí se pueden delinear algunos principios orientadores que luego puedan ser objeto –o no- de aplicación flexible  a la propia práctica. Sin salvar el inmenso bache teórico que el dilema de la ciudadanía villera deja planteado,  comparto a continuación algunos criterios prácticos con los que afrontar el desafío de la práctica docente en estos contextos:
1)      Acción / investigación/ Participación: Plantear la labor docente como un proyecto de inserción profesional, a la vez que como una investigación y como una participación “política” (en el más amplio sentido de la palabra).  Para ello se necesitará:
a.       Mapear las relaciones de poder que los alumnos desenvuelven en su contexto social;
b.      Registrar metódicamente cada aspecto de la experiencia en un libro de notas, con un criterio etnográfico.
2)      Priorizar el vínculo: ya que los contenidos curriculares plantean un dilema imposible, es indispensable que los alumnos perciban que al menos el vínculo con el docente es sincero y tiene sentido. Solo a partir de allí se puede construir conocimiento y poder ciudadanos. Esto supone renunciar al uso de cualquiera de los recursos que en la pedagogía tradicional –y en muchos casos aún actual- aconsejan implementar. Como por ejemplo la aplicación de sanciones disciplinarias, obligar a hacer tareas disciplinadoras como copiar largos textos, o engorrosos trabajos prácticos, o “tenerlos cortitos” con la nota, etc. El docente de ciudadanía enseña con el vínculo  (Varela 2012: 31), tanto en las escuelas de población integrada, como de población marginal.
3)      Desplazamiento conceptual: hacer eje en el Poder y no en el Estado. El eje conceptual de la ciencia política moderna, desde Maquiavelo a esta parte, ha sido el Estado. Incluso quienes estudian temas como grupos, partidos, movimientos, etc., dan por supuesta la centralidad estatal. Pero el territorio marginal, justamente por ser margen, necesita otra intelección. Propongo descomponer las relaciones políticas que atraviesan la marginalidad, centrándonos en las relaciones reales de poder, y no en la institucionalidad estatal.
4)      Empatía: intentar ponerse en el lugar del otro, del alumno marginal. Sabiendo de antemano que el docente es distinto  y que gracias a esa diferencia quizás pueda aportar algo. Pero intentando ver el mundo desde la propia vivencia de ellos, y no desde el prejuicio externo que trae el profesor.
5)      “Buscar el problema”: indagar, a través de alguna de las formas de diálogo posible, con los cursos de adolescentes, cuáles son los problemas (sociales, políticos, culturales, personales, etc.) que ellos visualizan como principales, de su situación personal y familiar actuales.  Esto implica no aceptar los problemas que el diseño curricular da por sentados, que en este contexto podrían no tener sentido claro.-
6)      No “dar clase” ni dejar de dar clase: “dar clase” entendido como una estrategia didáctica centrada en la exposición, en las escuelas de este contexto, no solo es desaconsejable, sino imposible. Muchos docentes piensan entonces que su tarea se restringe a “contener” los alumnos, sea dentro de la escuela, sea dentro de aula. La hora cátedra suele transformarse entonces en un “no hacer nada”, con tal que los alumnos no escapen del aula ni se lastimen. Opción esta que tampoco contribuye al aprendizaje de los alumnos. El campo de opciones didácticas se encuentra fuera de estas dos opciones: ni “dar clase” tradicional, ni “no hacer nada”. Se trata de incursionar en otras estrategias, que dentro del marco “normalizado” del funcionamiento institucional, sean viables: trabajo en grupos, desarrollo de programas de acción, generación de espacios de intercambio, análisis de casos, de situaciones concretas, reflexión sobre la propia realidad, realización de videos, obras de teatro, programas de radio, etc.
7)      Conocer el terreno: Para lograr un conocimiento directo de la cotidianeidad de los alumnos, será necesario conocer el afuera de la escuela, el ambiente en que los alumnos se mueven y viven cotidianamente. Para ello, habrá que aprovechar  hechos o momentos clave. Como por ejemplo, una festividad barrial, una medida de fuerza, como un corte de ruta, o cualquier otra situación convocante. También podrían planearse visitas a los domicilios de los alumnos que estén dispuestos a ello.
8)      Análisis de casos políticos relevantes: tomar noticias políticas del momento y desarrollar ejercicios de análisis de caso, en los que resulte oportuno volcar algún contenido conceptual curricular propio de la materia. Por ejemplo una noticia en la que el gobierno ponga en tensión el concepto de división de poderes, o de federalismo, etc.  Este ejercicio podría atraer su atención, y a la vez generar un choque conceptual entre sus ideas previas y los conocimientos académicos ya consagrados.
9)      Contenidos útiles: en la materia “trabajo y ciudadanía” la enseñanza del derecho laboral es percibida, aún en contextos marginales, como una formación “útil” para evitar ser víctima de explotación y abuso.  En este punto, el “dictado” de la materia puede ser más parecido al formato tradicional: reparto de fotocopias, resúmenes, cuestionarios didácticos, exposición del docente, etc.  Siempre y cuando esté infiltrado, permanentemente de una especie de “consultorio jurídico laboral” en el que los alumnos traigan a colación situaciones laborales suyas o de sus allegados que puedan ser analizadas desde la óptica del derecho laboral.
10)  Apoyar la participación institucional: como se aprende con la práctica (Siede, 2007: 174) , en las materias de ciudadanía siempre es conveniente profundizar y fortalecer las actividades participativas que la dinámica institucional ha abierto a partir de la vigencia de la ley Nacional de Educación. Como por ejemplo, la promoción de centros de estudiantes, consejos de escuela, cuerpo de delegados, etc.
11)  Vocación: Ante la adversidad del contexto, la vocación docente, puede verse dañada y el apasionamiento colectivo por la tarea educativa (Bolton, 3013) podría quedar menguado. Por ello, puede ser un buen criterio reforzarlo con la vocación científica, y la vocación política. La vocación científica, ese enamoramiento de la producción de conocimiento puede funcionar como un apaciguador ante situaciones difíciles. Entiendo la vocación política como el deseo compartido de construir  poder ciudadano desde el pueblo, con sentido plural, participativo y solidario. Cuando la pesadez burocrática de la institución escolar incline la balanza hacia el lado de la resignación, esta vocación política puede ser un motor adicional hacia la acción y el compromiso.-

Bibliografía.

Trabajos anteriores del autor.
Alvarez, Raúl N. “José León Suárez, capital de la basura. La política de residuos sólidos urbanos enfocada desde un caso local”; en “Recicloscopio IV. Miradas sobre dinámicas de gestión de residuos y organización de recuperadores.” Francisco M. Suárez y Pablo J. Schamber (compiladores). ISBN 978-987-630-207-4. Universidad Nacional de Lanús y Universidad Nacional de General Sarmiento. Los Polvorines, año 2015.
Alvarez, Raúl N. “Inclusión Educativa. Régimen Jurídico de la Educación Argentina y Bonaerense”. La comarca libros. Buenos Aires, 2014. ISBN 978-987-29669-2-8. http://regimenjuridicodelaeducacion.blogspot.com.ar/
Alvarez, Raúl N. “Cómo Enseñar Teoría Crítica del Estado”. En Academia. Revista sobre enseñanza del Derecho. Año 10 nro. 20 – 2012. ISSN 1667-4154. http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/rev_academia/pub_ra_n20.php
Alvarez, Raúl N. “La basura es lo más rico que hay”.  Publicación de la tesis de maestría en formato de libro. Editorial Dunken. ISBN 978-987-02-5493-5. Noviembre de 2011. Disponible en
Alvarez, Raúl N. “Prácticas Ilegales en la vida cotidiana de un barrio marginal”,  Publicación en el nro. 78 de la RevistaLa Toga”, órgano oficial del Colegio de Abogados del Departamento Judicial San Martín.

Trabajos de otros autores
Alford, Robert R.  y Friedland, Roger. “Los poderes de la teoría. Capitalismo, Estado y Democracia”. Buenos Aires 1991. Editorial Manantial.
Auyero, Javier y Berti, María Fernanda. “La violencia en los márgenes. Una maestra y un sociólogo en el conurbano boanerense”. Buenos Aires, año 2013. Katz Editores.
Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido” Buenos Aires, 1970. Siglo Veintiuno Argentina Editores S.A.
Delfino, Andrea. “La noción de marginalidad en la teoría social latinoamericana: surgimiento y actualidad.” Universitas humanística. Revista de Antropología y sociología. Nro. 24. Bogotá, 2012.
Nun, José. “Sobre el concepto de Masa Marginal”. Lavboratorio. Revista de Estudios sobre cambio estructural y Desigualdad Social nro. 23. Universidad de Mar del Plata. Verano de 2009.
Redondo, Patricia. Imaginando otros futuros: niños y escuelas en contextos de pobreza en la Argentina de los noventa.”  Educação e Pesquisa , año 1999.
Siede, Isabelino. “La educación política. Ensayos sobre ética y ciudadanía en la escuela”. Paidos, Buenos Aires, año 2007.
Varela, Celeste. “Formación Ciudadana y Vínculo pedagógico”. En “Difusión de derechos y ciudadanía en la escuela”, Juan Antonio Seda (coordinador) Eudeba, Buenos Aires, 2012.




[1] Abogado (UBA), Licenciado en Ciencia Política (UBA), Profesor en Docencia Superior (UTN). Magister en Ciencia Política (UNSAM). Jefe de Trabajos Prácticos de la materia “Teoría del Estado” en la Facultad de Derecho, UBA.   lacasilladeraul@yahoo.com.ar