domingo, septiembre 05, 2010

Plantas que crecen en la basura.

Los emprendimientos sociales de separación de basura en el CEAMSE de la Zona Norte del Conurbano Bonaerense.

Raúl N.Alvarez[1].

XI Congreso Nacional y I Latinoamericano

 de Sociología Jurídica y Coloquio internacional:

“Multiculturalismo, Identidad y Derecho”.

7, 8 y 9 de Octubre de 2010

Introducción.

Este trabajo es un relevamiento de la experiencia de recuperación de basura que tiene lugar en el ámbito del Relleno Norte III del CEAMSE[2], en el norte del conurbano bonaerense. El objetivo es analizar el caso desde el punto de vista político. Se intenta especialmente develar la trama de relaciones sociales de poder que tienen lugar en el proceso de implementación y establecimiento de esta actividad.

Mi hipótesis es que los grupos sociales que encaran esta actividad, dado que  se encuentran marginados del mercado,  hacen de la recuperación de basura[3] una estrategia alternativa de supervivencia. En tanto que el Estado, encara su acción, con el fin principal de “descomprimir el conflicto social” que tiene lugar en torno a la basura. El impulso estatal a la actividad recuperadora, en el caso que me ocupa, no tiene motivos ambientales sino sociales: paliar la miseria de la población marginal que vive en los alrededores del relleno, evitar la entrada de estas personas al basural y aquietar las luchas suscitadas en torno a éste.

Se intenta debilitar –aunque no excluir- a las organizaciones populares con mayor capacidad de organización y acción autónoma, cooptarlas, a través de una construcción política novedosa, corporizada en las plantas sociales de separación. Solo secundariamente la iniciativa estatal se vincula con una acción de tipo ambientalista, orientada a reducir el enterramiento de basura y la contaminación.

El carácter del trabajo que aquí presento es el de un ensayo interpretativo, referenciado empíricamente (Vasilachis 1992: 60). El método empleado, es el de la observación participante. He venido acompañando esta construcción, desde el lado de las organizaciones sociales que lo protagonizan, desde el año 2005. Un acompañamiento distante y prudencial, respetuoso pero contributivo con el avance de los grupos de recuperadores locales movilizados. En esta tarea de acompañamiento, asesoramiento, investigación y participación, he ido produciendo sucesivos trabajos de investigación, que pueden ser leídos como antecedentes del presente.

El momento preciso de producción de este texto ha sido precipitado por la dinámica de los propios hechos. Como consecuencia del corte de ruta y bloqueo al CEAMSE, del 17 y 18 de Diciembre de 2009, las organizaciones sociales que dirigen las plantas han logrado que el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, las incluyera en el programa “Argentina Trabaja”. Esos subsidios se comenzaron a pagar entre mayo y julio de 2010. Se trata de una suma de más de 1200 pesos mensuales, que sumados a los ingresos que ya tenían, les permiten superar los $ 2400 de ingreso mensual por cada recuperador. Esto es modificación sustancial en mi objeto de estudio. Razón por la cual me pareció conveniente producir un trabajo  que permita condensar los conocimientos y apreciaciones interpretativas del fenómeno, tal como se ha dado hasta mediados del año 2010. Queda pendiente para más adelante, hacer un trabajo en el que pondere el impacto de la inclusión de las plantas en el programa de subsidios del programa “Argentina Trabaja”.

 

Configuración del conflicto por la recuperación de basura.

 Los antecedentes del conflicto pueden rastrearse en trabajos anteriores de mi autoría[4]. Digamos  al menos  que el Complejo Ambiental Norte III del CEAMSE es el mayor vertedero de residuos de Argentina. A su alrededor reside población marginal, que como consecuencia de la degradación de sus condiciones de vida, ocurrida en la década de 1990, hizo de la recuperación de basura un medio de vida. Muchos de estos cirujas, aproximadamente 700, concurren cada día al relleno del CEAMSE a recolectar objetos, materiales y mercaderías. Se los llama quemeros. Hasta el año 2004, el CEAMSE intentaba disuadirlos por la vía represiva. Se trataba de un ejercicio ilegal de la violencia Al llegar a los medios de comunicación nacionales la denuncia sobre la desaparición de un adolescente en el basural, el CEAMSE varió su política. De la táctica represiva pasó a la vía de la negociación, la cooptación y la construcción política. Nace allí la iniciativa de construir plantas de separación de basura, algunas privadas y otras de tipo social. Estas últimas, fueron gestionadas por las propias organizaciones sociales en que se referenciaban los quemeros.

La trascendencia político-ambiental de esta decisión es alta, dado que lleva al Relleno Norte III del CEAMSE a convertirse en un  polo de reciclaje  de basura cruda más grande del país. Pero no es éste el objetivo tenido en mira en su implementación. El CEAMSE más bien  se orienta permanentemente a “evitar la intrusión” y “descomprimir el conflicto social”[5], en un conjunto de acciones que modulan el uso de la represión, la negociación y la cooptación.

Las organizaciones territoriales presentaron sus propios proyectos que traducen las demandas de los recuperadores. Lo que pedían inicialmente era un “predio”, un “playón” o un “galpón”, donde separar residuos de origen industrial. En cambio el CEAMSE optó por impulsar otro tipo de establecimientos. Consistió en crear plantas de separación de residuos domiciliarios, centradas en una línea de producción consistente en una cinta transportadora, por donde van pasando los residuos y los recuperadores van separando, cada uno, un material distinto. Si bien este modelo “industrial” de planta, es más costoso, termina imponiéndose.

 

Cronología de apertura de plantas sociales.

Hay un componente político en la selección y asignación de estímulos y obstáculos, entre las distintas plantas, de parte del CEAMSE. Primero abrieron sus plantas los grupos menos adversos al CEAMSE. En tanto que los más díscolos, como 8 de Mayo, Tren Blanco o Lanzone, fueron relegados para el final.

Si bien los contactos de las organizaciones sociales con la dirigencia partidaria ha tenido influencia en este proceso, el carácter político de las plantas no está dado por su vinculación o enemistad con el aparato territorial clientelar del justicialismo local, sino por su corporización de un nuevo actor: los recuperadores organizados en plantas. Estas plantas sociales, en tanto condensación organizada del conflicto social, son una construcción política con un doble efecto: por un lado, al contener el conflicto social generado en torno a la basura, tienen un costado conservador. Pero por otro, son una exitosa experiencia de organización socioambiental no capitalista, lo que muestra un perfil progresista.

Planta

Inicio

Presidente

Asociación

Conflicto

Las Piletas

Abril de 2004

Guevara

Renacer

Separación Renacer / Independencia

SocTraCon

Un nuevo amanecer

Octubre de 2005

Carlos Rolón (preso),  Rosales (en ejercicio), el colo (jefe de producción)

Socorrer Trabajar y Construir

Se desplazó a Rosales y luego Volvio.

Conectados con el Ex concejal José María Fernandez.

Esperanza del Libertador

Febrero de 2006

Miguel Rivero

La esperanza del Rey

Separaron al ex presidente Lechi. Normita  y su grupo abrió su propia planta.

Piletas II

Independencia

Agosto de 2007

Fierro

Las piletas de Independencia

Cambiaron al ex presidente Quinteros, que siguió como operario.

Lanzone Recicla

Noviembre de 2007 y reabre en Mayo de 2008

Cabe (presidente)

Rubén (vicepresidente)

Lanzone Recicla.

Desplazó a Esteche

Todos Reciclados

Noviembre de 2007

Normita

Todos Reciclados

 

Tren Blanco

Noviembre de 2008

Lidia Quinteros

Recicladora del Primer Tren Blanco

Mitad de 2009 soportó  una rebelión de su hermana, Secretaria la ONG, con su gente.

8 de Mayo

Marzo de 2009

Facundo  (presidente)

Lorena Pastoriza (Referente barrial)

Proyecto Comunitario 8 de Mayo – Cooperativa Eco Mayo

Marzo  de 2010 la asamblea removió a la encargada Nora . Junio de 2010 debe renunciar su presidente, Ramón.

3 de Mayo

Mayo de 2010

Nora, de Costa Esperanza.

Asociación civil 3 de Mayo

Unica gestionada por el actual presidente del CEAMSE. Colabora  José María Fernandez.

 

Relaciones de poder al interior de las plantas.

Cada una de las nueve plantas sociales hoy en funcionamiento, tiene como origen una organización social procedente del territorio aledaño al relleno. Cada una de ellas se hizo fuerte en función de sus particulares recursos: la construcción territorial, la acción directa, el vínculo con la dirigencia político/ partidaria, el prestigio de sus dirigentes, la trayectoria en el trabajo cartonero, la experiencia de lucha en conflictos anteriores, o en varios de estos puntos a la vez.  Estas capacidades o recursos políticos de estos grupos, fueron eficaces hasta el punto de que cada uno de ellos logró tener su planta. Es su poder político territorial, en sentido amplio, lo que les permite a estos nueve grupos acceder a plantas, así como la insuficiencia de este poder fue lo que obligó a otros grupos, que también pedían plantas, a quedar con las manos vacías.

Pero una vez abierta una planta y puesta a funcionar, las capacidades políticas previas, si bien siguen siendo necesarias, ceden en importancia frente a los requerimientos de gestión práctica y concreta del emprendimiento productivo.

El diseño industrial impuesto por el CEAMSE a estos establecimientos hace que la cuestión de la disciplina se transforme en un asunto de primer orden. Los trabajadores de las plantas sociales, son en general, personas que viven en situación  marginal. Recordemos las características del trabajo ciruja (Saravi, 1994:182/191) , a saber:  relativa facilidad de entrada debido a los bajos requerimientos de capital inicial, carácter familiar del proceso productivo, ilegalidad parcial en que se desenvuelve, bajos niveles de monetización de los intercambios, y carácter de subsistencia , no maximizador de sus finalidades. Todas estas características nos ubican en las antípodas del prototipo de cuerpo dócil y productivo característico del trabajador industrial (Foucault, 2000:141).

El trabajo ciruja, es esencialmente una estrategia de tipo individual o familiar. Se desarrolla fuera de toda fábrica o institución disciplinaria racional. La población marginal, si bien desarrolla otras habilidades, carece, en general de una cultura del trabajo industrial. La línea de producción, el mundo obrero, el hábito de la obediencia, el cumplimiento de horarios estrictos, los requerimientos de intensificación de la producción, son experiencias desconocidas para los cirujas de oficio (Suárez, 2001:54).

Un desafío central, entonces, para el funcionamiento de las plantas sociales es la necesidad inscribir disciplina en sus trabajadores.

Distinta hubiera sido la situación, si en vez de avanzarse con el proyecto de plantas de separación del CEAMSE, basadas en al cinta transportadora, se hubiera dado lugar al pedido de los quemeros de entregarles simplemente  un espacio y asegurarles la regular provisión de basura de calidad. En ese marco, el aumento de la productividad del trabajo recuperador se hubiera obtenido a partir de pautas, conocimientos y hábitos ya presentes en los recuperadores, por haberlos adquirido en el trabajo cartonero, o quemero. De la manera en que se concretó, en cambio, a partir del diseño industrial/ disciplinario, el problema del orden, la obediencia y la auto-disciplina pasan a ser la cuestión central, de difícil resolución.

Además de la cuestión disciplinaria, otros elementos a tener en cuenta, en el funcionamiento colectivo de las plantas sociales, son:

  • Existen fenómenos de liderazgo personal.
  • Hay segmentación interna  entre los “compañeros” que genera ciertas diferencias de jerarquía interna.
  • Hay un fuerte componente, dentro de cada grupo, de relaciones de tipo primario (amistad, familia, vecindad, acompañamiento en luchas anteriores). Esto da lugar a la formación de subgrupos, que dentro de cada planta, tienen mayor preponderancia. Los llamaré “grupos de referencia”. Algunos los llaman “los viejos”, por llevar más tiempo en la actividad. O “Los de …” tal o cual barrio, en relación al origen territorial común de las personas que lo conforman.
  • Hay permanente rotación de mano de obra. Muchos de los trabajadores que ingresan, apenas duran algunos días. Sus compañeros lo atribuyen a que el trabajo “es sucio” que ganan poco y que no se acostumbran a trabajar con la basura.
  • Cada planta es dirigida por un “presidente” que imparte las ordenes acerca de la tarea a realizar. La figura política central, es entonces el “presidente”[6]. Pero sus órdenes son asiduamente discutidas y resistidas por los destinatarios. En general, ejercen esta dirección con una gran permeabilidad a las iniciativas del grupo de referencia.
  • La sanción disciplinaria por desobediencia, es juzgada e impuesta por el propio presidente, llegando rápidamente al despido directo, que se realiza verbalmente, sin derecho a indemnización, ni recurso alguno.
  • Rara vez los presidentes presentan rendición de cuentas de los ingresos y egresos de dinero, de modo que en general, los trabajadores no pueden relacionar cuantitativamente el rendimiento de su trabajo con el ingreso que perciben. Existe una sospecha generalizada –pero nunca demostrada- de que los presidentes no reparten todo el dinero que ingresa.
  • Todas las plantas registran en su historia, conflictos internos, que toman la forma de rebeliones contra el presidente y que terminan, o bien en su reemplazo, o bien en la expulsión de los referentes del grupo conflictivo.

Si bien estas pautas generales son más o menos comunes en el funcionamiento interno de todas las plantas, no se dan por en igual medida en todas ellas.  La organización interna de las plantas puede graficarse así:

PRESIDENTE

GRUPO DE REFERENCIA

RECUPERADORES ESTABLES

TRABAJADORES INESTABLES

Menos asco, más dignidad.

Una característica generalizada en los recuperadores, es que muestran muy menguado el asco a la basura. Tanto los quemeros como los trabajadores de las plantas, han superado esa demarcación. La bolsa cerrada de basura, más que una sustancia repugnante, se les presenta como una oportunidad. La bolsa cerrada implica un momento de azar. Romper la cobertura plástica devela la intriga y deja a la vista qué objetos de valor se pueden conseguir. Cuando los desperdicios son liberados y  esparcidos,  la suerte queda echada. Se trata de ver qué cosa valiosa se puede hallar en esa mezcla pringosa. Superar el asco es el camino para hacer posible la apropiación de objetos y materiales valiosos, que en las relaciones de mercado, los recuperadores no pudieron obtener. Así vista, “la basura es lo más rico que hay”[7].

El recuperador, al trabajar con la basura deja de lado el asco[8], pero gana dignidad. El sentirse valioso ante si mismo, ante su familia y sus personas más cercanas. A esto se debe que el cirujeo se presente como una opción ética (Suárez, 2001: 71) frente a la delincuencia.

El recuperador (cartonero, quemero, o trabajador de las plantas, cualquiera sea) crea valor, inventa mercancía (Schamber y Suárez, 2007: 44), arma una estrategia de subsistencia,  a partir de algo que en la sociedad capitalista aparece como sin valor, descartado. El recuperador “crea” algo que para el capital no es más que negatividad. Ese es su haber cultural. Desarrollan así “una sensibilidad distinta y diversa” (De Lucca, 2007: 58). Esta es su dignidad[9].

Pero al transgredir la frontera de la normalidad, al revertir el poder normalizador implicado en la basura, el recuperador queda, frente a los demás, impregnado de las características imaginarias de los objetos y sustancias con las que trabaja. El asco que los sujetos normales tienen por la basura, se traslada a las personas que trabajan con la basura. Si la basura es percibida como asquerosa, quien perdió el asco y vive de ella, pasa a ser objeto personificado de asco social. El poder normalizador de la basura toma forma en la discriminación social a los trabajadores de los desechos. Quien traspasa la frontera de la normalidad, es percibido como anormal, una especie de insalubridad personificada. De ahí que sean objeto de estigmatización (Saravi, 1994: 176) y discriminación. Percibidos como otro absoluto, monstruoso e infeccioso. Del lado de los recuperadores, esta discriminación es vivida con un sentimiento de vergüenza[10], tendiendo a no revelar su condición de ciruja[11].

 

Es cierto que en los últimos años, a partir de la generalización de la actividad cartonera en las calles del conurbano, la percepción social hacia los cartoneros ha variado, y esto ha hecho posible un proceso de crecimiento político de los cartoneros como actor (Koehs, 2007: 186).Pero este proceso se da sobre el suelo barroso de la micropolítica del residuo, que no cuestiona la basura como relación social de dominación, y la basurización como proceso político normalizador. La benevolencia al cartonero, que se verifica en los últimos años, no es entonces sino una suerte de lástima social, que lejos de impulsar procesos de cambio, tiende a reproducir las relaciones sociales de basura establecidas en la sociedad capitalista argentina.

 

La organización durante las movilizaciones.

Durante la gestión de Hurst como presidente del CEAMSE, el objetivo “aplacar el foco de conflicto”[12]  en torno a la basura, en J.L.Suárez, fue transitoriamente alcanzado. Desde 2004 y hasta 2008 no hubo cortes en el camino del Buen Ayre, ni bloqueos al CEAMSE local.

El traspaso de gestión en el CEAMSE, producido en el año 2008, que cambió al anterior presidente por el actual, Raúl Felipe de Elizalde, implicó un freno al proceso de organización de las plantas sociales. Las cartas de intención firmadas con otras organizaciones caducaron,  y sus plantas no se instalaron. La apertura de las que aún estaban en trámite (Tren Blanco y 8 de Mayo) sufrió serias demoras. A diferencia del presidente anterior, el nuevo titular interrumpió la comunicación con los presidentes de las plantas, que consideran que éste no los atiente.

En este contexto tienen lugar la reanudación de medidas de fuerza, ocurridas en cuatro oportunidades: Mayo de 2008, Diciembre 2008, Febrero 2009  y Diciembre de 2009.

De las cuatro medidas, la más importante fue al de diciembre de 2008, originadas en un nuevo hecho de represión policial en el relleno, lo que motivó que además de los trabajadores de las plantas, convergieran también los quemeros.

El ámbito de decisión que convoca las medidas es la reunión de presidentes. Desde éste ámbito, se  decide su continuidad o levantamiento de medidas de fuerza, y las pautas de negociación. Pero en el piquete, éstos no actúan ya como Jefes, sino como representantes de los trabajadores movilizados, que muestran una gran capacidad de iniciativa, discusión y despliegue.

Si bien existe una porción considerable de los manifestantes que concurre por acatamiento de la decisión colectiva, la mayoría está conformada por el núcleo duro de los diferentes grupos de referencia, mezclados en la multitud. La reunión de presidentes cede el poder, de hecho, en la reunión de los distintos grupos de referencia de cada planta, unificados en una acción común. No es una asamblea formal, pero si es un espacio de acción política autónomo, en el que muchas medidas y decisiones surgen del conjunto de los trabajadores movilizados. Corre por cuenta de esta multitud actos como:

  • la presencia constante arriba del puente de la autopista
  • el conceder reportajes a la prensa, explicando los motivos del reclamo.
  • el apostarse en las calles de acceso, interponiendo objetos que impiden el paso de vehículos.
  • La decisión de acceder al paso de vehículos de ambulancias, policía, personal del ceamse, y otras cuestiones de urgencia.
  • Acciones de despliegue rápido cuando las autoridades del CEAMSE intentan burlar el bloqueo e ingresar camiones por otros caminos alternativos.
  • El dialogo con los “personajes” que “bajan”  a negociar con el piquete.
  • El seguimiento general de la marcha de la medida de fuerza.

Asimismo, puede advertirse que en todos los casos se dio la presencia de dirigentes “medidores”. Es principalmente el caso de ex concejal José María Fernández, dirigente justicialista de Gral. San Martín. En los dos últimos cortes, apareció como un mediador eficaz Jorge Mancini, Secretario general del Sindicato de Empleados del CEAMSE (Asociación Gremial de Obreros y empleados del CEAMSE – AGOEC), vinculado al gremio de camioneros, y orientado en el mismo sentido que el líder cegetista Hugo Moyano.

Infaltable, también es la presencia policial en los cortes. En términos amigables, dado que son conocidos de los propios trabajadores por compartir cotidianamente el mismo lugar de trabajo. Cuando la táctica gubernamental es dura, frente a los recuperadores, suele enviarse como dispositivo de “ablande” la comunicación policial de que “tienen que despejar la ruta”, acompañado, en ocasiones del personal de fiscalía, con la pretensión de identificar a los manifestantes.

En todos los cortes, es una constante el reclamo, por parte de las plantas, de “mejor basura”. Este reclamo, se considera permanentemente insatisfecho por las plantas, que no dejan de quejarse de que los cargamentos que les trae el CEAMSE para separar “es todo basura”, es decir, que no contiene suficiente material aprovechable. Contrastado esto con la información cotidiana, que le proporcionan sus vecinos, los quemeros, en cuanto a qué cargamentos y materiales se están enterrando en el relleno.

La comprobación de que se entierran cargamentos de basura con objetos y materiales reaprovechables, resulta indignante para los recuperadores. No entienden por qué esto ocurre. Más abajo voy a presentar una de las hipótesis que elaboré para explicar esta aparente paradoja.

 

El papel del Estado: el CEAMSE.                                                                                     

La función estatal en las relaciones de basura consiste en resguardar la apropiación de ganancias en el ámbito privado, descargando las pérdidas en  el ámbito público. Como ya fue enunciado hace años: “Basura privada, Servicio Público”  (Pirez y Gamallo, 1994). La desapropiación de restos disvaliosos en la esfera pública es una manera de maximizar la ganancia de los apropiadores privados de objetos valiosos. Lo que vale, se apropia. Lo que no vale,  o vale negativamente, se desapropia, es decir, se convierte en basura. El ideal privatista de la basura sería el abandono de los residuos, derivando su propiedad en toda la sociedad. Ese conjunto indeterminado que recibe los residuos y corre con el costo de manejarlos, es personificado en el Estado, que aparece como un tercero neutral (O´Donnell, 1984: 219 y Thwaytes Rey, 1999: 4), pero que por su compromiso estructural con la lógica capitalista, no es neutral. Ni tampoco es un tercero: es un aspecto mismo de las relaciones de producción (Rajland y Campione, 2005: 9) que cobra apariencia de personificación, para cumplir funciones que la propia clase dominante como tal no puede llevar a cabo.  

En el caso que nos ocupa, el Estado se encuentra desdoblado en varios órganos. El más importante es el CEAMSE (Coordinadora Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado). Es una empresa estatal mixta, perteneciente en partes iguales a la Ciudad y a la Provincia de Buenos Aires. A partir de su diseño fundacional, la basura de la Ciudad es enterrada en territorio de la Provincia de Buenos Aires, estableciendo una suerte de “colonialismo sanitario” que suscita constantes y renovados conflictos entre ambos estados[13].

La orientación estratégica del CEAMSE fue variando a lo largo del conflicto. Los efectos contaminantes de la técnica del relleno sanitario, evidenciada en los demás emplazamientos,   y las incursiones clandestinas y permanentes de los quemeros, en J.L.Suárez,  fueron poniendo en cuestión el papel de enterrador de basura de la empresa. La reforma de su destino corrió por cuenta de la presidencia de Carlos Hurst, que incorpora, dentro de las funciones de éste, la recuperación de basura, adoptando así una política de gestión “integral” de residuos. Esta transformación tomó cuerpo en la creación del Departamento de Reciclaje, encabezado por la Licenciada Marcela Pozzuoli. Un cambio que fue resistido por la los funcionarios de línea. En todos los casos el CEAMSE se asume y sigue funcionando como la institución referencial necesaria de la basura del AMBA[14].

Desde que las plantas sociales están funcionando, el CEAMSE actúa como grupo empresario matriz, que ejerce las funciones de tutela, coordinación, asesoramiento y provisión de servicios, a las plantas sociales. Se configura así una especie de cogestión (Sesler 1970: 47), pluralista, pero centrada en la tutela del CEAMSE.

El segundo órgano estatal con intervención inmediata en el terreno es la Policía Bonaerense. Su cuya presencia cobró creciente protagonismo en la medida que se fue montando un dispositivo de seguridad coercitivo para impedir el acceso de los pobladores a la basura. Pero en la base de negociación y cooptación, iniciada en 2004, la policía sigue siendo un elemento fundamental, dado que da las condiciones básicas de represión en las que esta negociación del conflicto social tiene lugar. La jurisdicción que corresponde es la de Billinghurst. Dado que buena parte de la acción policial en el relleno se ha desenvuelto al margen de la legalidad, existe una comprensible desconfianza respecto de ella, entre los pobladores del lugar. Además, al tener contacto directo con los cargamentos de basura aprovechable, de  generadores “privados”, que se desecha en el lugar, se sospecha que los agentes pueden obtener ingresos extras a partir de la comercialización clandestina de éstos.

 

Necesidad de subsidio estatal.

Al estar compuesta la basura por un conjunto de sustancias y objetos de valor negativo, el “trabajo” con la basura, es decir, el uso de la misma como materia prima de otros procesos productivos, no puede, por definición, ser rentable.

Como la recuperación de basura es una actividad productiva no rentable, pero necesaria desde el punto de vista ambiental y social, una política de promoción de la misma requiere el apoyo activo del Estado. Según Carlos Hurst, este “no es un negocio autosuficiente[15]”. La recuperación de basura, en principio, no es redituable en términos de mercado, y requiere del subsidio –y el apoyo- estatal para desarrollarse.

Los subsidios que las plantas han recibido hasta el presente son los siguientes:

    • Subsidios para compra de maquinaria e instalaciones.
    • Subsidio directos a los trabajadores. Los primeros “planes” se consiguieron hacia fines de 2008. Pero la conquista más significativa es la incorporación al programa “Argentina Trabaja”.
    • Condiciones subsidiadas de producción: el CEAMSE provee a las plantas: el terreno sobre el que se asientan, la basura que usan de materia prima, el servicio de retiro del rechazo, es decir, de la basura sobrante no recuperada, la provisión de luz  y agua, la provisión (salvo en 8 de Mayo) de servicios sanitarios para los trabajadores (baños), el servicio de balanza para pesar camiones con material que sale a la venta, el servicio (bastante deficiente) de seguridad y vigilancia sobre las plantas y sobre los materiales enfardados.
    • Condiciones sublegales de producción. Al actuar dentro del CEAMSE, éste funciona como un paraguas protector  respecto de la posibilidad de control de legalidad  por parte de otros organismos estatales. Esto permite, que en este caso se repitan las condiciones de ilegalidad que reviste en general el trabajo informal, y en particular el cirujeo. De modo que las plantas sociales operan en condiciones infralegales en varios aspectos:

                                                               i.      los trabajadores se vinculan “en negro” con las plantas,

                                                             ii.      no se ha llegado –salvo el caso de 8 de Mayo- a constituir cooperativas que las operen, de modo que siguen trabajando bajo la forma de asociación civil, como si fueran una ONG sin fines de lucro.

                                                            iii.      No se pagan cargas sociales de los trabajadores.

                                                           iv.      No se preservan las condiciones de seguridad e higiene legalmente requeridas.

                                                             v.      No se pagan impuestos a la actividad económica de ningún tipo: ni IVA, ni Ganancias, ni Ingresos brutos, etc.

 

Un territorio que pide basura.

Si bien en los últimos años se ha desarrollado en el territorio bonaerense una conciencia ambiental que ha llevado a los vecinos a oponerse a todo lo que tenga que ver con el manejo de basura en la cercanía de sus residencias, el caso que estudiamos, es la excepción a esa regla. En la zona de J.L.Suárez  no se han hecho notar, hasta el presente, impugnaciones por motivos ambientales al funcionamiento del CEAMSE ¿Por qué? ¿Cómo explicar esta “rareza” de J.L.Suárez?

Mi hipótesis es que J.L.Suárez es un territorio de recuperación de valor. Los pobladores marginales vecinos al relleno, han traspasado la frontera normalizadora del asco.  Acostumbrados a tener que administrar la multiplicidad de insatisfacciones a sus necesidades básicas, los vecinos del lugar han hecho hábito del trabajo recuperador, han dado un paso adelante en la “desfetichización” de la basura, resignificándola como un medio de subsistencia alternativo, dadas sus condiciones de marginalidad. La reconstrucción crítica de la basura, que esbocé en apartados anteriores, no es más que una abstracción de la operación material de descontrucción de la basura que los recuperadores llevan a cabo con sus cuerpos, sin palabra, sin discurso. A puro impulso vital en la lucha por la subsistencia. Y han desplazado el conflicto a la cuestión del acceso a la basura. Su enfrentamiento actual con el CEAMSE, pasa básicamente por el acceso a su medio de trabajo, los desechos.

 

Lucha por el acceso a la basura.

¿Si se trata de basura, por qué no se la dan?

Un conflicto nuevo, se suscitó con las plantas de separación, en torno a la asignación de camiones de basura provenientes de generadores privados, sencillamente llamados “los privados”. Estos cargamentos pueden ser de distinta calidad  y aptitud de recuperación. En general, los choferes, cuando traen el camión al CEAMSE, tienen buena información acerca de su carga. Muchos camiones, procedentes de determinadas fábricas o supermercados, ya son conocidos por los recuperadores. Por ejemplo, el camión de Terrabussi, o de Wellapon, se sabe que trae mercadería reaprovechable.

Lo que reclaman incansablemente las plantas es que se les asignen los mejores camiones “privados”. Aquellos que aportan mejor material.

El CEAMSE, en cambio, tiene una actitud errática al respecto. Los convenios entre el CEAMSE y las asociaciones, que dan fundamento a las plantas sociales, en ningún momento incluyen la provisión de residuos de generadores privados. Siempre refieren a residuos domiciliarios, los únicos que el CEAMSE se obliga a entregar.

Pero ocurre que como el “privados” son más aprovechables, no dejan de ser reclamados por las plantas. El CEAMSE los ha suministrado, pese a no estar obligado, desde el comienzo del funcionamiento de éstas, con el fin de fortalecer el esquema económico de las plantas sociales.

Surgen sospechas, y acusaciones, entre las distintas plantas acerca de que el CEAMSE no entrega los mejores cargamentos, que son enterrados en el relleno sanitario, lo que es comprobado por los quemeros cuando entran a la descarga a cirujear. Algunos entrevistados sospechan que estos serían aprovechados privadamente por los propios funcionarios del CEAMSE. Asimismo, como la relación entre las plantas sociales es de solidaridad y competencia a la vez, surgen sospechas, entre los presidentes, de que el CEAMSE usa la asignación de los mejores cargamentos privados, con un criterio de  fortalecer alianzas y castigar resistencias de unas u otras plantas, según sean más dóciles o más rebeldes a su dirección.

Recién en Octubre de 2008 el CEAMSE suscribió un convenio con las plantas, por el que se comprometió a entregar mejor calidad de residuos provenientes de generadores privados. Es la primera vez que el CEAMSE asume  esa obligación jurídica. El parecer generalizado entre los presidentes de las plantas, es que la calidad de los “privados” que van a las plantas, sigue siendo baja. Es decir, que se siguen enterrando materiales valiosos, aptos para la recuperación.

Lo que cuesta entender, en el fondo, es que si se trata solo de basura ¿qué interés podría tener el CEAMSE en negarle la basura a los recuperadores?

Los argumentos esgrimidos por el CEAMSE para impedir el acceso de los recuperadores a la basura son varios. Hay un argumento jurídico: No podemos disponer de los residuos de generadores privados sin su consentimiento, dado que éstos son los propietarios de la basura. Este argumento es discutible, si se tiene en cuenta que el Estado debe avanzar en las políticas de valorización de los residuos[16]. Hay un argumento higienista: no le podemos permitir el acceso a residuos que puedan contaminarlos o enfermarlos. Como vimos, al tratarse de población con necesidades básicas insatisfechas, la cuestión de la higiene y la contaminación que produzcan enfermedades a futuro, cede ante la necesidad inmediata de alimentarse. También hay un argumento funcional: como no se puede conocer de antemano el valor de los materiales contenidos en cada camión, a veces se entregan camiones pobres, y se entierran los más ricos.

Propongo en cambio pensar la acción del estado en el basural como una prolongación de la defensa de la acumulación de capital. La lógica que impera postula que la apropiación de valor se realiza en el terreno positivo del valor en empresas privadas de tipo capitalista. Una vez que éstas descartan restos materiales, por resultarles antieconómico mantenerlos en su patrimonio, la racionalidad intrínseca del sistema no admite que nadie extraiga ganancias de ellos. Los poderes del propietario privado sobre los objetos, se extienden más allá de la producción, al terreno negativo del valor. El manejo de la basura, entonces, más que responder a principios sanitarios y ambientales, regidos por las ciencias duras, parece tener una racionalidad más profunda, que es preservarla primacía de la acumulación capitalista.

La población marginal que adopta el cirujeo como estrategia de subsistencia, para la estructura social capitalista es una masa humana sobrante, innecesaria, molesta. La lógica del capital no le asigna papel alguno. No tiene ningún interés en preservarla, alimentarla, ni permitir que lo haga, aunque se trate de basura. La lógica del capital es la competencia, la rentabilidad y el intercambio de equivalentes. Permitir el acceso de los marginales a la basura contraviene esa lógica. Por eso el estado interviene con su poder coercitivo poniendo límites a la actividad recuperadora de los marginales.  

 

Conclusiones.

El estudio de las plantas sociales del relleno Norte III del CEAMSE, me sugiere las siguientes afirmaciones:

1)      La lucha por el acceso al material de trabajo (la basura) es el principal conflicto que enfrentan los recuperadores.

2)      Se obstaculiza, a los recuperadores, el acceso a la basura, para que no se vea afectada la acumulación de capital.

3)      El Estado, a través del CEAMSE y la policía bonaerense, interviene en el conflicto en defensa de la racionalidad colectiva del capital. Esta estrategia consistió:

a.       Hasta 2004: en reprimir a los quemeros, argumentando que interferían en la técnica de disposición de basura prevista por el paradigma técnico.

b.      Desde 2004: se pasó a la negociación, la cooptación y la construcción política, materializada en le Departamento de Reciclaje del CEAMSE y en las nueve plantas sociales de separación de basura.

4)      Los recuperadores son sujetos que han traspasado la frontera del asco a la basura.

5)      Corrimiento de la frontera del asco. Los recuperadores trasgreden la frontera  normal/ anormal o aceptable/asqueroso, pero  esta demarcación no desaparece, sino que tiende a permanecer, se desplaza, ampliando el campo de los objetos normalmente aprovechables hasta el límite de excluir tan solo:

                                                               i.      El excremento humano

                                                             ii.      Pañales con excremento humano.

                                                            iii.      Los restos corporales humanos.

                                                           iv.      Los animales domésticos muertos

                                                             v.      Objetos peligrosos por su poder cortante/ punzante.

6)      Suárez desenmascaró el fetiche, por eso quiere basura. José León Suárez descifró el enigma, descubrió el fetiche, encontró el “tesoro” escondido. J.L.Suárez descodificó, y desnormalizó la basura. por eso no la rechaza. José León Suárez, por ser un “Territorio Basura” (Shammah 2007:1) se ha transformado en un territorio de alternativa social/ productiva/ ambiental.

7)      Carácter social y no ambiental de la política de recuperación en norte III. La política de recuperación de residuos con inclusión del trabajo ciruja, llevada a cabo en el relleno Norte III del CEAMSE, solo tuvo en miras finalidades de tipo sociopolítico, dejando de lado la importancia socioambiental de esta actividad.

8)      Los recuperadores están más estratificados. A partir de la intervención cooptativa, negociadora y constructiva del Estado, los recuperadores de José León Suárez están más divididos que antes.

9)      Quemeros, sigue habiendo. La apertura de plantas de separación de residuos no llegó a absorber la mano de obra de quemeros, que siguen ingresando diariamente al relleno en la misma cantidad que en el año 2004.

10)  Pluralismo,  azar y discrecionalidad estatal,  como componentes de la vida interna de las plantas.  En el relleno Norte III, entre las nueve plantas sociales, el departamento de Reciclaje del CEAMSE, el sindicato AGOEC y algunos otros actores circunstanciales, han generado una trama social y política densa, que varios entrevistados caracterizaron como sectarismo, internismo y “politiquería”. Esta apreciación debe ser matizada por:

a.       Pluralismo. Cada planta es manejada por una organización independiente de las otras, preservando su identidad.

b.      Azar. La basura es azarosa, porque nunca se sabe qué viene dentro de cada bolsa, o de cada camión. Esto genera un aumento de las expectativas de los recuperadores, que al no verse confirmada por el valor real que alcanzan los cargamentos que reciben, incentiva un clima de sospechas y conflictos entre las distintas plantas.

c.       Oculta la discrecionalidad. La principal causa de competencia entre las plantas sociales es el manejo del departamento de reciclaje del CEAMSE, que se reserva para si, por un mecanismo que a las plantas les resulta oscuro e indescifrable, la asignación de camiones de generadores privados. Los camiones más valiosos,  el CEAMSE los asigna en forma discrecional. Este es el verdadero factor de perturbación en la relación de fraternidad entre las plantas sociales. Cada organización cree que puede verse favorecido por el CEAMSE si rompe con la acción colectiva de las demás plantas. Ese mecanismo multiplicado por las nueve plantas, permite al órgano estatal mantener el control de los grupos sociales que trabajan en el Resiparque.

11)  Micropolítica como condición de la macropolítica. La micropolítica normalizadora de la basura opera como base, como soporte,  sobre la  que se hacen posibles o no las macropolíticas de recuperación. Me interesa particularmente poner de resalto que esta actividad interventora del Estado en el terreno de la basura, tendiente a una gestión “integral” que se base en la recuperación, choca con el límite de los intereses de la clase y  grupos dominantes. El Estado, como Estado capitalista, que tienden a preservar los derechos de propiedad, aún sobre los residuos. Esto se contradice con el requerimiento ambiental de destinar todas las basuras a los procesos de recuperación. En la disyuntiva entre enterrar y recuperar, entre permitir el acceso de los recuperadores a los residuos, o limitarlo, se juega algo más que un criterio funcional o biológico de gestión. Hay una cuestión política, cuya clave es  el papel que juega el Estado como garante de la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, aún en el terreno de la basura.

12)  La plantas como construcción política. Las plantas sociales de recuperación de basura son a la vez una construcción desde arriba, manejada por el Estado y una conquista desde abajo, lograda por los recuperadores de José León Suárez. La cogestión, en este caso implica una mixtura que tiene un doble sentido. En tanto construcción “desde arriba” impulsada por el Estado para contener el poder de lucha social de los recuperadores, su caracterización política parece de un tipo de Estado específico, dentro del capitalismo, que es el Estado Populista Latinoamericano (Rajland, 2008: 162). Pero a su vez es un espacio conquistado “desde abajo” por la población marginal, que ha logrado transformar la cultura del cirujeo en organización productiva de reciclaje. Se establece, de este modo un tipo de relación de producción alternativa al capitalismo, que además tiene un impacto ambiental favorable para el resto de la sociedad.

 

Superando la normalización, enfrentando la represión y la manipulación Estatal, en un ejercicio continuo que apenas distingue los momentos de lucha y de trabajo, los recuperadores de J.L.Suárez nos dan un ejemplo de dignidad popular. Nos muestran un camino por el cual es posible el cambio radical de las relaciones sociales.

 

Bibliografía:

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[1] Abogado (UBA), Licenciado en Ciencia Política (UBA), Profesor en Docencia Superior (UTN).  Docente Ayudante de la materia “Teoría del Estado” en la Facultad de Derecho, UBA. Maestrando en Ciencia Política, IDAES – UNSAM.  lacasilladeraul@yahoo.com.ar

[2] Para una presentación de la empresa, ver la página Web http://www.ceamse.gov.ar/

 

[3] A lo largo de este trabajo se utilizan un conjunto de denominaciones  del habla cotidiana como basura, quemero, ciruja, quema, basural. Estos términos que pueden resultar extraños al discurso que el paradigma técnico de la basura ha generado bajo la denominación de “gestión de residuos sólidos urbanos”, que en cambio habla de residuo, recolector informal, relleno sanitario, RSU, disposición final, etc. Los conceptos a que refieren ambas familias terminológicas, son los mismos. Varían las denominaciones. Pero como las palabras están cargadas de sentidos cuya significación profunda remite a conflictos sociales y políticos,  prefiero utilizar la jerga vulgar.

[5] Entrevista a Carlos Hurst del 28 de Abril de 2010.

[6] Para Marcela Pozzuoli, titular del Departamento de reciclaje de CEAMSE, el trato de su equipo “es con uno”, con el presidente, no con el conjunto del grupo. Entrevista del 16 de Junio de 2010.

[7] En una oportunidad,  tuve oportunidad de colaborar con el equipo de investigación de la UNGS, dirigido por el antropólogo Francisco Suárez. El grupo luego quedó malogrado porque el CEAMSE nunca realizó los pagos acordados, de modo que la actividad fue obturada. Durante ese breve período, presencié una asamblea de la planta de Lanzone, cuando aún era presidente su anterior Referente, Esteche. El objetivo de la convocatoria era considerar el reglamento interno. Se fue discutiendo y votando cada uno de los artículos. Uno de ellos refería a implementos de seguridad en el trabajo. El equipo de la UNGS trató de fundamentar la posición del CEAMSE que de acuerdo a los estándares de seguridad industrial, requiere que los trabajadores cuenten con elementos totalmente inusuales en el trabajo ciruja: casco, borceguíes, guantes, y barbijo. La cuestión surgió con éstos últimos. Los guantes eran, ya a esa altura, una adquisición de los recuperadores. Pero el barbijo generaba – y sigue generando- fuertes resistencias. Ante la argumentación de uno de los miembros del equipo universitario acerca de la conveniencia de usar este enser, un joven irreverente, subido a una montaña de basura que permanecía dentro del galpón, fuera de todo orden en el uso de la palabra exclamó “Para qué vamos a usar barbijo, se la basura es lo más rico que hay”. Cada uno de ambos interlocutores, hablaban desde campos opuestos de la frontera de la normalidad. El joven irreverente era un quemero de oficio, de mucha experiencia, que aún hoy sigue ocupando ese puesto en la planta. Estaba connaturalizado con la basura. No percibía asco alguno al respecto, sino al contrario: encontraba en la basura su materia y fuente de trabajo, de modo que para él era “rica”, no solo en cuanto al sabor, sino también a su valor.

 

[8] He notado, en varios momentos del trabajo de campo, que los recuperadores no pierden totalmente el asco. Más bien reducen el universo de objetos tildados de asquerosos. Conservan particularmente el asco a los cuerpos o restos de animales muertos que suelen aparecer entre la basura. Por ejemplo los perros, gatos o gallinas muertas que aparecen dentro de las bolsas, les causan repulsa. También conservan el asco al excremento humano o animal, que suele aparecer dentro de las bolsas de residuos, en cantidades insospechadas.  Por su impregnación, este mismo rechazo se extiende a los pañales desechados, que componen un alto porcentaje de los residuos domiciliarios.

Particular cuidado, despiertan las jeringas, acompañadas o no de agujas, que suelen aparecer en la cinta transportadora de basura, por lo que suelen anunciar su presencia, desde el comienzo mismo de la línea de producción, a la voz de “¡Jeringa, cuidado!”.

Otra observación que noté, es que aún en los recuperadores, el baño, la ducha, el higienizarse, continúa funcionando como un ritual limpiador. Después de bañarse, quedan limpios, recuperando distancia con la basura.

[9] Entrevista a Adam Guevara del 4.6.2010.

[10] Entrevista a Lidia del 1.10.2009.

[11] Entrevista a Ivan del 20.6.2008.

[12] Informe Global Los Piletones de Diciembre de 2004. Subgerencia de Tratamiento y Reciclaje. CEAMSE. Páginas 5 y 6.

 

[13] “Acuerdo entre Macri y Scioli: la ciudad pagará un 20 % más por la basura que manda al GBA”. Clarín.com del 16 de Agosto del 2008.

[14] La posición oficial asumida por CEAMSE puede verse en el nro. 21 de la Revista CEAMSE, que presenta la puesta en marcha de las plantas sociales. http://www.ceamse.gov.ar/revista/revista21/N_21_nota1.pdf

 

[15] Entrevista a Carlos Hurst del 28 de Abril de 2010.

[16] Art. 11 inc. a) de la Ley 25612 y Art. 4 inciso b) de la Ley 25916.